Al comienzo de un nuevo año todos pedimos salud y prosperidad y lanzamos esos deseos al aire y desde entonces esperamos su cumplimiento durante todo el año. Pero tú, hombre infinitamente limitado ¿cómo piensas sacar tanto poder y tantas fuerzas para obtener tan grandes beneficios? El mundo es inmenso, pero cada uno somos como islotes que nos movemos solos, poco podemos conseguir sin esfuerzo por nosotros mismos y por esa causa formamos una comunidad para provecho de todos. Cada familia forma una unidad en el empeño de salir adelante, pero particularmente, cada uno se encuentra solo. Otros han perdido todos sus seres querido y se encuentran solos. Y una gran mayoría no pueden conseguir por sí mismo cuanto necesitan, ¿de donde piensan conseguir esa salud y prosperidad?
Nos asusta la soledad y tratamos de apoyarnos en los otros, buscamos todo aquello que pueda aliviar la soledad, creemos que la felicidad se encuentra en el buen vivir, en la diversión. Esto ayuda, pero no podemos olvidar que nuestro mundo es un valle de lágrimas.
Comenzaremos ese nuevo año con ilusión y alegría. Posiblemente, pasado algún tiempo y fuera ya de esa atmósfera de alegría, iremos pasando los días con una gran carga, vemos que pocos, particularmente, pueden conseguir esa salud y felicidad para sí mismo y mucho menos para otros. Muchos sacrificios y esfuerzos tendremos que superar para que día a día vayamos puliendo las dificultades que se presenten.
Pronto olvidaran algunos sus formulados deseos y éstos quedarán aparcados en algún lugar. Otros comenzarán una carrera para intentar llegar el primero a la meta y recibir el premio buscado. Quienes no superaron las dificultades al final del año, formularán de nuevo los antiguos deseos, que sin el debido esfuerzo jamás se realizarán y comenzará de nuevo el ciclo que nunca se cumplirá.
Hoy me he acordado de una parábola de Jesús; la parábola de los talentos. Me encuentro como si me hubieran entregado un báculo de poder y bienestar. ¿Será esto lo que pedimos para el nuevo año? Salud y fuerza para prosperar. Algunos han lanzado su petición como un suspiro y éste vuela hasta quien sabe a donde irá.
Yo se lo he pedido a Dios. Creo que me ha prestado unos talentos que tengo que retener durante todo el año y multiplicarlos con mis acciones, porque mientras mantenga una buena relación con Él, mi vida puede ser bendecida con salud y prosperidad.
El año es largo y puede estar lleno de tiempos difíciles de superar. Debo vigilar y ejercer acciones con esos talentos a diario o mis deseos se esfumarán y esos deseos que cada año suplicamos, de nuevo en el olvido se quedarán.
También, a primero de año se elevan nuestros corazones, sonrisas y algunas lágrimas brotan de nuestro ser y con súplicas gritamos ¡¡¡ Queremos un cambio!!! El deseo es seguir siempre hacia adelante pero somos impredecible, también débiles y olvidadizos y cuando llegamos otra vez al nuevo año, nos damos cuenta que sólo hemos andados unos pasos y seguimos en el principio del camino pidiendo siempre lo mismo.
Yo recuerdo un poema donde percibo el siguiente consejo…
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Antonio Machado.
El mundo es inmenso poblado de numerosas vidas cada una de ellas alojada en diferentes lugares pero siempre buscamos estar cerca de nuestros semejantes. Formamos un gran pueblo y en él hacemos caminos buscando el más adecuado a nuestras necesidades.
No podemos estar parados, es necesario andar, andar y andar; conocer lo que nos rodea, ganar en experiencias haciendo siempre caminos.
Pero no todo es bello lo que nos rodea. Algunas personas se abandonan, dejan de ser productiva y tratan de conseguir los bienes necesarios arrebatándoselos a los demás.
Para regir una buena convivencia se ha desarrollado leyes, ordenanzas que debemos cumplir. Están la ley de los hombres y la ley de Dios.
Cuando los brazos caen y fallecemos en el camino, la felicidad se ahoga en un pozo profundo. ¿Nos quedamos con ella hundidos para siempre o buscaremos nueva fuerzas para volver a empezar?
VOLVER A EMPEZAR. (Poesia)
Cuando lo cielos se apagan
las estrellas dejan de brillar
los mares dejan de olear
la luna y el sol dejan de estar
pareciera que todo llego a su final.
¿Que será mejor?
Sentarse en un rincon a esperar
y ver tinieblas y nada mas
sentir como todo deja de existir
o ¿mejor sera volver a empezar?
Mas facil es dejar de intentar
para guardar fuerza para tu final
¿pero de que sirven?
si nunca veras la luz brillar!!!
Por eso prefiero volver a empezar
gastar mis ultimas fuerzas y continuar
y volver a fundamentar, restaurar y crear
una nueva fortaleza real.
Si no vuelvo a ver el sol brillar
y escuchar el romper de las olas del mar
que no sean porque no lo alla intentado hasta el final
Volver a empezar de cero
es un camino muy enigmático
pero gastaria hasta la ultima molecula de mi cuerpo
para descubrir cada enigma que tiene el futuro para mi.
Volver a empezar
!!! es lo que mas quiero
Volver a empezar
Es mi anhelo !!!
Secondst.
Hombres prudentes aconsejan:
– La vida es corta, aprovéchala. Sonríe a quién llora, ignora a quien te critique y sé Félix con quienes te importa.
– La vida es un reto; vívela, siente, ama, ríe llora, juega, gana, pierde, tropieza, pero siempre levántate y sigue adelante.
– Nunca digas: Esto no lo puedo hacer.
– El hombre que se levanta es más grande que el que no ha caído.
– Nunca seas prisionero de tu pasado sino arquitecto de tu futuro
– La belleza de las cosas es fugaz. Intenta llegar hasta la belleza interior de aquellas personas que te rodean. Muchas flores bellísimas y perfumadas solo duran unas pocas horas. Sin embargo, aunque feas, las piedras duran milenios y cumplen sus tareas.
– No seas superficial.
– No prefieras lo pasajero a lo eterno, la belleza a la sabiduría. Afiánzate a lo que dura para siempre, al Espíritu inmortal, nuestro verdadero yo, y no a lo que termina pronto.
– Nunca pienses que tu trabajo es pequeño. En ninguna obra maestra se descuidan los detalles. Cuando los detalles son perfectos, podemos decir que algo es de primera calidad.
– Nunca pretendas trabajos grandes y que den fama. Puedes caer.
Procura responder cabalmente de los servicios pequeños que te confiaron. De la perfección con que los cumplas dependerán las oportunidades de recibir mayores responsabilidades.
– La obediencia que no puede resistir la fuerza de la tentación es débil y está próxima a morir. La prueba fortalece la fe y hace que sea manifiesta. He aquí la razón de la prueba que la humanidad está pasando.
¡Feliz el hombre que soporta la prueba! superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman. Ninguno, cuando sea probado, diga: «Es Dios quien me prueba»; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie. Sino que cada uno es probado por su propia concupiscencia que le arrastra y le seduce. Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte.
Santiago 1.12-15
Estos mensajes no podrás entenderlo si lo lees con prisas. Tómate tu tiempo, procura situarte bien en el tiempo, ver la puntuación que te da la escuela de la vida y si en una reflexión no resultó aprobado intenta mejorarla en este corto caminar de la vida . Yo personalmente siento fuertes emociones pero que me cuesta superarlas, mejorarlas y mucho menos disfrutarlas. Pero sé que están ahí y esa es mi aspiración situarme en el lugar adecuado con la nota más elevada.
Es cierto que hay que vivir la vida para evitar el aburrimiento. La juventud es inquieta y nos lleva desenfrenadamente a lugares violentos. Si toda la vida la llenamos con estos eventos, cuando no podamos más, nos quedaremos parados y vacíos. Después llega el tiempo donde viviremos de los sentimientos, los recuerdos y añoranzas. ¿Estaremos preparados para esto?
Hay que cultivar también el espíritu, vivir con todos nuestros sentidos y llegar al más alto grado de amor. ¿Pero que AMOR?
EL AMOR GENUINO.
Cita de la Biblia.
Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que toca o unos platillos que resuenan.
Aunque tenga el don de profecía y conozca todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tenga tanta fe que traslade las montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque reparta todos mis bienes entre los pobres y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, es servicial;
el amor no tiene envidia,
no es presumido ni orgulloso;
no es grosero ni egoísta,
no se irrita,
no toma en cuenta el mal;
el amor no se alegra de la injusticia;
se alegra de la verdad.
Todo lo excusa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo tolera. (…)
Tres cosas hay que permanecen:
la fe, la esperanza y el amor.
Pero la más grande de las tres es el amor.
Este es el amor que quiero para ti y para cuantos nos rodean. Pero el hombre que se aleja de Dios pierde la fortaleza de sus sentimientos y el gozo queda menguado. ¿Cómo herviría la sangre en el cuerpo? ¿A que intensidad fluiría la sangre en nuestro cuerpo al sentir la felicidad completa? Sería imposible de narrar. El canto de los pájaros lo oiríamos más intenso, la belleza de las plantas más sublime y el contacto con los nuestros también más elevado.
VIVIENDO LOS SENTIMIENTOS DEL ESPÍRITU EN EL CUERPO.
El TODO PODEROSO, así es llamado Dios; contempla las montañas, los grandes bosques, la belleza de las flores y sus plantas, los anchos ríos con sus azuladas aguas, los valles y animales que en ellos pastan. El sol que ilumina y calienta la vida brilla en el corazón del majestuoso universo. Todo contagia, luz alegría y armonía. Todo es bondad de un Dios generoso. Pero ¿cómo sentir las emociones de tanta belleza? Dios crea nueva vida a su semejanza y le dota de los sentidos ambiental. Les injerta un corazón que se alimenta de su Gracia. El cuerpo goza al sentir las emociones que al contacto con la vida palpa. Un hermoso jardín donde crece la vida, es hogar del hombre y la mujer, Dios también unido a ellos emana vida en sus corazones como principal ingrediente.
¿Quieres sentir la fuerza de los sentimientos que emana de la vida del Espíritu?
Algunos han sabido descubrirlos por medio de palabras.
He aquí algunos ejemplos de lo que es vivir cuando el corazón mira a Dios y Dios lo acaricia suavemente con sus manos ofreciéndole ternura.
He aquí algunas poesías que nos mueve el alma y nos hace sentir el deseo de Amor. Cuando vemos la inocencia en los hombres limpios de MALDAD. Y sentimos el impulso de fundirnos en un abrazo eterno, juntos los corazones palpitando alegremente recibiendo amor.
ANOCHE CUANDO DORMIA.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Antonio Machado.
EL CABALLO DE CARTÓN.
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!
Antonio Machado
EL NIÑO QUE AHOGÓ LA LUNA. (La inocencia)
La Luna llena y el Sol
se pusieron a jugar,
y al escondite jugaban
una tarde frente al mar.
El niño de ojos de cielo
quiso con ellos jugar;
fue a decírselo a la Luna,
escondida en el pinar.
Corre el niño hacia la Luna,
la Luna corriendo va,
y sólo se detenía,
cuando el niño, a descansar.
– Espérame, Luna boba,
que no quiero hacerte mal.
Pero si el niño corría,
la Luna corría más.
Frente a un pozo se detiene
y, asomándose al brocal,
en el agua ve a la Luna,
que muy quietecita está.
-Esta vez, ¡oh, Luna mala!
no te podrás escapar.
El niño, para guardarla,
la tapa pone al brocal.
En esto, la madre inquieta
al hijo viene a buscar …
En sus sueños vio a la Luna
toda la noche llorar.
Por la mañana temprano,
a la Luna fue a soltar,
pero en las aguas dormidas
la Luna no estaba ya.
– La luna se ahogó en el pozo;
yo fui el culpable, mamá.
Y su mamá le consuela
cuando al niño ve llorar.
Humberto Zorrila (Perú)
LA CAÍDA DE LAS HOJAS.
¡Matrimonio feliz! miran dichosos
correr por el jardín a sus dos hijos,
son de plata sus risas infantiles
y son de oro sus rizos
que vuelan agitados por los aires.
Descansan, luego un grito provocador
y el juego se reanuda
con más entusiasmo y más ahínco.
Algunas veces el uno en brazos del otro cae.
¡Cómo se quieren los dos niños!
Ella es fresca, robusta y apiñonada,
él, es un tanto pálido y raquítico,
pero ambos son iguales en amarse,
iguales en su eterno regocijo,
iguales en bondad y hermosura,
iguales en espíritu.
Una mañana, cuando alegres ambos correteaban,
fueron sorprendidos por una extraña visita,
era un lejano tío, médico de gran fama,
que al llamado del padre fue solícito,
porque le despertaban sobresaltos,
la delicada complexión del niño.
El médico lo toma entre sus brazos,
lo examina, lo ausculta
y sus carrillos besando con ternura
lo autoriza a continuar el juego interrumpido.
Jugaban a ocultarse,
la hermanita había hecho en la alcoba su escondrijo
y en tanto su hermanito la buscaba,
ella escuchó el pronóstico del tío.
-Amarga es la verdad
y me lastima tener que decirla,
pero es preciso,
este dulce calor de primavera
defiende su organismo,
le hace bien el aroma de las flores
y de los ramajes el oxígeno,
¡Ah! pero a la caída de las hojas
cuando esos tilos
la calzada alfombren de hojas secas,
tened resignación, morirá el niño!
Pasó la jubilante primavera,
pasó el fecundo y caluroso estío,
a las primeras rachas otoñales
aquel ser enfermizo
demostró que el doctor no se engañaba,
fue perdiendo los bríos para jugar,
mostrando desaliento,
al comer era nulo su apetito,
y una triste mañana
ya su lecho abandonar no quiso.
Los padres permanecen largas horas
contemplando a su pálido enfermito,
que es el ser de su ser,
que es toda su alma.
¿Toda? ¿ Y la niña?
El otro ser querido
que adora con pasión al dulce hermano,
¿Qué es de su alma de niña, lo más íntimo?
A este recuerdo se preguntaron ambos
¿Dónde está la niña? ¿Dónde se ha ido?
que no acude a las voces del enfermo
que la extraña y la llama casi a gritos?
Va la madre en su busca
y la encuentra vagando en el jardín
bajo los tilos,
en los troncos apoya una escalera,
y con el rostro abatido, pero con el paso firme
sube y baja de ella,
lleva un hilo en la mano derecha y una aguja
y con afán solícito, va ensartando las hojas
que del otoño al ósculo han caído,
y los vuelve a ensartar en los ramajes.
Desde que amaneció venciendo el frío,
se entregó a su labor,
el jardinero que asombrado la vio,
nada le dijo,
pero la madre al verle le pregunta:
-¿Qué hace mi bien querido?
y la niña angustiada le responde:
-Oí lo que una vez dijo mi tío,
ya empieza la caída de las hojas..
ayúdame mamá, yo te lo pido,
que no se alfombre de hojas la calzada
para que no se muera mi hermanito.
Marcos Rafael Blanco Belmonte.
EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS.
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos…
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos…
el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo…
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros…
Miguel Ramos Carrión.
Sé que en tu corazón puede nacer la semilla de bondad que emana de Dios. Ternura, compasión, Pero sobre todo puede florecer el AMOR.
Un último consejo: cree en el hombre que busca el bien, su mirada y cercanía te aportará felicidad. También cree en Dios, ambos te darán Paz, Amor y Felicidad.