En el caso de la Iglesia Católica no es tan raro que se enseñen doctrinas que estén en contra de lo que dice la Biblia, ya que ellos dan las respuestas a su «sagrada tradición» según los dogmas papales.
En el caso de los protestantes si es raro, ya que ellos dicen adherirse solamente a las Sagradas Escrituras, el fundamento de la fe, la Biblia.
De todas formas resulta extraño que ambas corrientes se ajusten a enseñanzas que no solo no están en la Biblia, sino que las contradicen.
Eso nos demuestra como el cristianismo lejos de ser un cuerpo unificado a lo largo de dos milenios no es más que un compendio de tradiciones, creencias y mitologías los cuales fueron modificados a lo largo de los siglos.
1. LA TRINIDAD.
La Biblia es enfática al decir que hay un solo dios al que hay que adorar tanto en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 6:4) como en el Nuevo (1ª Corintios 8:6). Incluso el propio Jesús lo dice en Marcos 12.29.
La idea de una trinidad es totalmente ajena a la Biblia. La palabra no aparece ni una sola vez y solo hay dos versículos que se usan para fundamentarla. Uno es 1ª Juan 5:7 el cual hace años se sabe que es un agregado falso y de hecho las traducciones más modernas no lo incluyen. El otro texto es el de Mateo 28:19, el cual no es mencionado por el historiador cristiano Eusebio de Cesarea y contradice todos los demás versículos en donde se habla del bautismo y se ordena bautizar en nombre de Jesucristo (Hechos 2.38, Romanos 6.3) y no de las tres personas. Por lo tanto también es muy sospechoso de ser fraudulento. En todo caso en ningún lado dice que los tres sean un solo dios, y sería la única oportunidad donde los tres son nombrados juntos.
Es muy curioso que la Trinidad siendo una doctrina central no aparezca una sola vez desarrollada en ningún evangelio ni escrito neotestamentario. Por el contrario lo que abundan son menciones a un solo Dios, el Padre.
2. JESÚS ES DIOS.
Parte del tema anterior. Tanto protestantes como católicos coinciden al afirmar que Jesús es la segunda persona de la Trinidad, y por lo tanto es Dios mismo. En el Nuevo Testamento la cuestión es muy diferente. Jesús es un hombre enviado por Dios, pero un hombre al fin (1ª Timoteo 2.5). Los versículos que hablan de su supuesta preexistencia son en realidad referentes a su misión o a las profecías referentes a su venida. Es un hombre con una supuesta misión especial que luego es glorificado por sus seguidores. Las epístolas hablan de Dios y de Jesucristo como personas diferentes.
Los pasajes que se usan para decir que Jesús es Dios son aislados. Uno es Juan 1.1 el término verbo, y es llamativo, que en ese mismo evangelio, en otros versículos se deja ver claramente que es un hombre (8.40, 17.3). Otro es Romanos 9.5 el cual está mal traducido. No dice realmente que Cristo sea Dios sino que vino Cristo y que Dios es sobre toda las cosas bendito por lo siglos de los siglos. De otra forma no se entiende que en ese mismo libro Jesús y Dios sean personas separadas (1.1-2, 10.9, 16-27).
3. EL ESPÍRITU SANTO.
La tercera persona de la Trinidad, un espíritu con personalidad.
Esta interpretación no tiene sentido: En algunos pasajes muchas personas, incluido Jesús, dicen tener espíritu. ¿Por qué en su caso serían ellos mismos y no una persona diferente?
4. VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE.
La idea ya todos la conocemos: Si el que se muere es bueno se va al cielo. Si es malo se va al infierno.
Esta enseñanza es completamente ajena a la Biblia. La misma enseña que no hay algo como vida después de la muerte sino que los muertos duermen (Eclesiastés 9.5-10, Hectos 7.60, 1ªTesalonicenses 4.13-20). Los justos recibirán su recompensa en la futura resurrección y los injustos serán resucitados para ser castigados (Juan 5.28-29, Hechos 24.15, Apocalipsis 20.11-15). Pero en ninguno de los dos casos se habla de una vida del alma después de morir.
El ejemplo típico es citar la parábola de Lázaro y el hombre rico de Lucas 16.19-31. Pero no es más que una parábola con recursos metafóricos y nada de lo que dice allí tiene que ver con la enseñanza tradicional del cielo y el infierno.
5. CASTIGO ETERNO.
El relato es algo más o menos así: Después del juicio final Dios castigará a los malos (muertos y vivos) mediante un castigo eterno en el infierno o en un lago de fuego. Una eternidad de tortura.
Otra enseñanza que no tiene sustento bíblico. El destino de los malos es nombrado como eterna «condenación» o «perdición» pero jamás se habla de «tormento eterno». Apocalipsis 20.15 y 21.8 habla del lago de fuego pero como «la muerte segunda». Incluso se habla de «destrucción» (Mateo 10.28) una idea bastante difícil de conciliar con un castigo eterno.
El famoso infierno con fuego que no se apaga y gusanos que no mueren (Marcos 9.43- 48) hace referencia al valle de Hinom o Gehena, un lugar en las afueras de Jerusalén y que se usaba como tiradero de basura. La imagen de fuego y gusanos está en el Antiguo Testamento (Isaías 66.24) y hace referencia a una muerte eterna.
En Mateo 25.42-46 se antepone la condenación a la vida eterna, lo que implica que quienes vayan al lago de fuego no vivirán eternamente, es decir, nuevamente queda invalidada la idea de un castigo eterno. El único pasaje donde algo parecido a tormento eterno es Apocalipsis 20.10 donde se habla del tormento eterno del dragón, la bestia y el falso profeta. Pero esos tres seres aparecen como monstruos alegóricos y no como personas. Su castigo «por los siglos de los siglos» es solo metáfora (ver Apocalipsis 14.9- 11, donde el humo es el que dura por los siglos de los siglos y el castigo de día y de noche se refiere al castigo en la Tierra).
6. ÁNGEL CAÍDO.
Ya conocemos todos la historia: Satanás era en realidad Lucifer, un ángel bueno y perfecto que un buen día tuvo la idea de rebelarse junto a un montón de ángeles amigos. Dios lo venció por medio del Arcángel Miguel y se fue al infierno.
Bueno, resulta que nada de esto figura en ninguna parte de la Biblia. Es un concepto completamente extraño. Los versículos que supuestamente hablan de la caída son Isaías 14.12-15 y Ezequiel 28.11-17 que en realidad son profecías sobre un rey de Babilonia y un príncipe de Tiro respectivamente. En 2ª Pedro y Judas se habla de los ángeles que pecaron y están encerrados, pero no nombran a Satanás ni ninguna batalla ni rebelión estatal, sino a ángeles pecadores encerrados para un juicio (quizás una referencia a aquellos ángeles que tuvieron sexo con mujeres según dice el libro de Enoc). Apocalipsis 12, que también es usado no se refiere a nada que haya pasado, ya que el Apocalipsis habla de hechos futuros.
Muy por el contrario, Juan 8.44 y 1ª Juan 3.8 dice que el diablo es homicida desde el principio, lo cual iría en contra de cualquier vida angélica convertida en diabólica.
7. EL DIABLO ESTÁ EN EL INFIERNO.
Relacionado con lo anterior esta idea proviene de los pasajes anteriores de Isaías y Ezequiel que hablan de que ese rey o príncipe cayó en lo más hondo de la tierra, pero como ya se dijo son metáforas de gobernantes humanos. La idea de que el diablo esté bajo tierra es un completo invento.
En Job 1 Satanás aparece ante la presencia de Dios y dice que estuvo rodeando la tierra. Efesios 2.2 habla del «príncipe de la potestad del aire» y 6.12 habla de huestes espirituales de maldad «en las regiones celestes». El ya nombrado pasaje de Apocalipsis 12 habla del diablo como un dragón en el cielo. Y en todo el Nuevo Testamento se habla del «príncipe de este mundo» o expresiones similares. Nunca se habla del infierno o de las profundidades de la Tierra como morada suya.
Solo en Judas y 2ª Pedro se habla de ángeles que pecaron pero se informa que están encerrados, que no pueden salir a pecar, como supuestamente sí lo hace el diablo.
8. SATANÁS TENTÓ A ADÁN Y EVA.
Aquella vieja idea que afirma que la serpiente que tentó a Adán y Eva era el diablo personificado. Una creencia tradicional que sin embargo no tiene fundamento. Si fuera realmente el diablo no se explica por qué Dios castigó al género de las serpientes (Génesis 3.14). En el Nuevo Testamento se hace referencia al hecho pero nuevamente se habla de la serpiente como tentadora (2ª Corintios 11.3), no del diablo ni Satanás.
Apocalipsis 20.2 nombra a una serpiente antigua que es el diablo y Satanás. Pero en el capítulo 12.1-9 la serpiente es en realidad un dragón de siete cabezas y diez cuernos. ¿Así era la serpiente del Edén?
9. JESÚS DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS.
Contenido en el Credo de los Apóstoles. Después de ser crucificado, muerto y sepultado Jesús desciende a los infiernos, para luego resucitar el tercer día. Es extraño que una cosa como esta solo aparezca nombrada una sola vez en toda la Biblia.
1ª Pedro 3.18-19 habla de que Jesús en el espíritu le predica a los espíritus encarcelados y esto aparece como justificación para esa doctrina. Pero nada más alejado de la verdad: Esos «espíritus encarcelados» son los que pecaron en los días de Noé ¿a qué se refiere? No están siendo castigados ni nada. Y siendo que el hecho no vuelven a ser mencionado en ningún lado lo más creíble es asociarlo con los ángeles pecadores encerrados que nombran 2ª Pedro y Judas.
10. CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU.
Cuántas veces hemos oido que el ser humano se divide en tres, en cuerpo, alma y espíritu. Los cristianos suelen afirmar eso. Bien, en solo un versículo se habla de los tres, en 1ª Tesalonicenses 5.23. Pero salvo este pasaje aislado poco se dice al respecto. Por empezar los cristianos tienen dificultades en diferenciar lo que es el alma de lo que es el espíritu, pero coinciden en señalar que ambos son entes inmortales que sobreviven a la muerte física y tienen algún otro tipo de subsistencia.
Tanto en el Antiguo Testamento como el Nuevo se menciona que el alma puede morir (Ezequiel 18.4, Mateo 10.28. Santiago 5.20). En muchas oportunidades se habla de las almas como sinónimo de personas. Y en cuanto al espíritu es solo el soplo de vida de parte de Dios (Eclesiastés 12.7, Lucas 23.46, Juan 6.63). También existe un espíritu de Dios que habita en los cristianos (1ª Corintios 2.12) y en otras oportunidades se habla del espíritu como los sentimientos o la parte de los hombres que se relaciona con Dios, pero en ningún caso se habla de un ente con vida por fuera del cuerpo.