¿Puede Jesús ser el Mismo Dios?:
Refutando la Doctrina de la Deidad de Jesús.
Explicación tradicional sobre la naturaleza de Jesús y Respuesta Juan 10.30, Filipenses 2:5–9,
|ª Juan 1:1–14, |ª Juan 20.28
Es difícil sobrestimar la importancia de este tema. Un conocimiento verdadero de la naturaleza de Jesús es una de las piedras angulares del evangelio. Si nuestro concepto de quién es Jesús está torcido, toda nuestra fe se verá trastornada, ya que es en torno a Dios Padre y a su Hijo Jesús que gira el rescate, el Plan de Dios.. Si la piedra angular de nuestro templo está mal puesta, ¿qué esperanza habrá de que permanezca la estructura?
INTRODUCCIÓN.
Uno de los puntos de contienda teológicos más grandes de nuestra época es respecto a la deidad de Jesús. Nuestra meta será comprobar que es bíblicamente imposible que Jesús sea Dios. Abre tu mente a los argumentos y sus pasajes de apoyo, y reservemos el juicio sobre el tema después de considerar toda la evidencia que se cita.
La doctrina de la deidad de Jesús tiene casi 17 siglos de existir, y a través de las épocas las grandes fuerzas religiosas han sumergido al mundo en argumentos que supuestamente apoyan esta idea. Por tanto, haz a un lado momentáneamente las tradiciones y los conceptos preconcebidos, para analizar detenidamente la evidencia puramente bíblica.
Algo que tenemos que resolver antes de entrar en el tema, es la autoridad sobre la cual basaremos la resolución del asunto. 2ª Timoteo 3.16-17 nos dice:
“Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar…a fin de que el hombre de Dios sea perfecto.”
La Biblia se declara a sí misma como completamente auto-sufciente en la preparación del hombre para perfección, no es necesaria otra autoridad. Y más que esto, la palabra no tolera otras fuentes adversas; pdice Proverbios 30:6
«No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.»
Deuteronomio 4:2 es más enfático, hablando Dios mismo:
«NO AÑADIREIS A LA PALABRA QUE YO OS MANDO.»
También es esencial que podamos comprender la enseñanza bíblica por nuestra propia cuenta, estudiando y pesando los argumentos, haciendo uso de nuestras facultades personales de razonamiento. De ninguna manera podemos permitir, que otros nos «interprete» la Palabra;
1ª Pedro 2.2 nos aconseja de esta manera, diciendo:
«Desead la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación»
Es esencial que lo que creemos tenga el apoyo de evidencia bíblica sólida y clara, especialmente en cuanto a todas las doctrinas básicas. Igualmente esencial es que descartemos por completo toda fuente extra-bíblica.
A.
JESÚS MURIÓ. DIOS ES INMORTAL.
Sin duda alguna, el papel más importante que desempeñó Jesús fue el de morir a causa de nuestros pecados. Pablo en Romanos 5.8 nos dice:
«Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros…»
Antes de empezar a tocar los diferentes puntos, hay que destacar el problema más profundo creado por el concepto de la deidad de Jesús. En Deuteronomio 6:4 se expresa explícitamente lo que toda la escritura recalca:
«Oye, Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.»
Contradecir esto, diciendo que Jehová no es uno, sino dos (o tres, según sea el caso) es algo muy grande, ya que toda la Biblia maldice la pluralidad de dioses.
La enseñanza de la deidad de Jesús trata, con el apoyo que tiene en el cristianismo popular, de presentarse como lo normal—como la enseñanza que siempre ha sido verdadera. Pero no es este el caso, sino que esta idea es un desvío radical del punto más elemental de toda la Biblia. Por tanto, esta doctrina (la de la deidad de Jesús) es la que tiene la obligación de comprobar su veracidad más allá de cualquier incertidumbre, ya que pretende afrmar que Dios es simultáneamente uno y también formado por un conjunto de dos más.
Y también en 1ª Corintio 15.3:
«Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las escrituras.»
La muerte de Cristo es lo más primordial del evangelio; con ella Jesús cristalizó una vida de sacrificio. Más adelante, en Iª Corintios 15.17 Pablo habla de la importancia de la resurrección de Cristo (y claramente, para resucitar es necesario haber muerto) diciendo:
«si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana.»
Sin duda alguna, creer que Jesús murió es esencial para el verdadero cristianismo, y es realmente algo que nadie niega.
Detengámonos aquí a pensar un momento; la inmortalidad no es una característica permanente. Un ser viviente no puede ser inmortal un día, morir el siguiente, y después volver a ser inmortal. O se es inmortal, o no. Vemos entonces que si la Escritura afrma que Dios es inmortal, Dios no puede morir, ya que su naturaleza no se lo permite.
La verdad que enseña la Biblia es clara; no presenta contradicciones de esta magnitud. La Biblia existe para instruirnos respecto a las cosas profundas de Dios y de su plan para con el hombre, no para presentarnos misterios sin respuesta lógica. Y veremos que aunque ésta es la primera y más grande contradicción de la idea tradicional, de ninguna manera es la única.
B.
JESÚS FUE TENTADO.
Pero examinemos el otro lado de la moneda—lo que dice la Biblia acerca de Dios y la muerte. Encontramos en la escritura lo que la misma lógica nos indica, que nuestro Dios Todopoderoso es inmortal.
«Por tanto, al rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos.» 1ª Timoteo 1.17
Posteriormente, en el capítulo 6 v.16 de la misma carta, a Dios se le califca como el «único que tiene inmortalidad….» La enseñanza bíblica es clara: Dios es inmortal; no puede morir.
Y respecto al tema que tratamos, con sólo este primer punto como evidencia ya se alcanza a ver el veredicto final: Jesús no puede ser Dios, ya que Jesús murió, algo que para Dios es imposible. Y aquí le invitamos a que reflexione un momento sobre este punto, y verá que el argumento es ineludible. En este punto la tradición religiosa nos presenta una contradicción inmensa: si Jesús es Dios, no puede haber muerto, ya que Dios no puede morir. Pero si Jesús no murió, nuestra fe es vana.
Nuestro segundo punto lo encontramos en el hecho de que Jesús fue tentado por el pecado. Hebreos 2.18 nos dice:
«En cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados»,
y en el 4.15 se nos añade:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.»
Esta es una enseñanza bíblica fundamental: por el hecho de haber participado Jesús de nuestra naturaleza, es fuerte para interceder por nosotros delante de Dios.
En conclusión, afirmar que Jesús es Dios, y a la vez decir que fue tentado como nosotros, es contradicción de términos al nivel más básico. Este caso de la tentación de Jesús es como mucho de lo que vamos a ver de la idea tradicional: superficialmente parece estar bien, pero no tolera ser puesta en tela de juicio.
C.
JESÚS FUE CARNE.
Pero respecto a esto, ¿qué nos dice la palabra acerca de Dios?
Dice que «Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie…» Santiago 1.13
Nuevamente, esto es algo obvio. ¿Cómo podría ser tentado el Dios Todopoderoso? No tendría sentido decirlo, ya que Su naturaleza es perfecta.
Y miremos además lo que dice Jesús en Mateo 19.16-17 Aquí uno se le acercó llamándole «maestro bueno.» ¿Y acaso aceptó Jesús que se le atribuyera ese titulo? En ninguna manera. Reprende de inmediato al hombre diciéndole que «ninguno hay bueno, sino uno: Dios.» Aparte de que aquí Jesús claramente establece una diferencia entre él y Dios, la verdad fundamental es ineludible: Dios es bueno. Esa es su naturaleza, y no puede ser tentado.
Una vez más, meditemos sobre esto un momento. ¿Qué es tentación? ¿Cuáles son las implicaciones de decir que un ser es tentado.
Santiago 1.14 dice:
«cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.»
Esto es sencillo, y cuando la Palabra dice que Jesús fue tentado, a este proceso es que se refiere. Por consiguiente, la naturaleza de Jesús era humana y no divina. Pero su comportamiento era divino y no humano, pues no se entregó nunca al pecado. Y otro aspecto de la tentación: hablar de tentación es hablar de la posibilidad de pecar, pues ¿qué lógica hay en decir que uno es tentado, si le es imposible pecar? Claramente, a Jesús, por su naturaleza, le era posible pecar; y su victoria está en que existiendo esa posibilidad, nunca pecó. Y nuevamente, es obviamente imposible para Dios exponerse a la posibilidad de caer en pecado, y por consiguiente, carecería de sentido decir que Jesús era Dios, siendo él tentado.
Relacionado con el tema de la tentación está el tema más fundamental de la naturaleza misma de Jesús. Antes de hablar sobre esto, leamos Iª Juan 4.1-3
«Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios, y todo espíritu que no confesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.»
Aquí Juan nos está advirtiendo de la apostasía que entraría a la iglesia, y a la vez nos da un criterio que debemos usar para identifcar la mentira. Dice que la mentira se caracterizaría por decir que Jesús no vino en carne. ¿Y qué signifca esto? ¿Signifca sencillamente negar que Jesús vino en carne y hueso? ¡Claro que no! Hasta el ateo reconoce la existencia corporal e histórica de Jesús. A lo que esto se refere es a su naturaleza misma: que fue carne. Y bíblicamente, ¿qué signifca esto?
De acuerdo a Gálatas 5.16-17 la carne es la voluntad que se opone al espíritu, a lo que es divino. Allí Pablo nos manda
«Andad en el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne.»
Y esto es exactamente lo que hizo Cristo. Rechazó los deseos de la carne, para caminar según la voluntad de Dios. Pero es absolutamente esencial reconocer que tuvo estos deseos, estas tentaciones; porque si no tuvo los deseos, ¿qué gloria habría en decir que ganó la victoria sobre el pecado? Si no tuvo los deseos, no hubo ni lucha. Y del otro lado, ¿cómo nos atreveremos a decir que Dios tuvo deseos de hacer el mal? Nuevamente la idea tradicional nos enfrenta con una tremenda contradicción, cuya única resolución está en el reconocimiento que Jesús y Dios son personas distintas. Las diferencias entre Jesús y Dios están en los aspectos más elementales de sus naturalezas, no simplemente en sus envoltorios. Notemos la importancia que le da Juan a esto:
«todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo….»
Definir correctamente la naturaleza de Cristo es esencial para nuestra salvación. Si afirmamos que Jesús es Dios, o un ángel, o cualquier cosa que no sea hombre en el sentido completo de la palabra, somos anticristos, y destinados a destrucción por la ira de Dios que está por revelarse. No tengamos temor de revisar minuciosamente las cosas que creemos; temamos mejor la ira de Dios que viene sobre todo el que rechaza su verdad ver 2ª Tesalonicenses 2.7-12
D.
DIOS ES OMNISCIENTE.
Toquemos otro punto. Respecto a la sabiduría de Dios, sin duda todos estarán de acuerdo en que Dios es omnisciente, infnitamente sabio. Pero veamos lo que nos dice la escritura acerca de Jesucristo.
Lucas 2.40 relata que Jesús «crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría,»
y luego el v. 52 del mismo capítulo repite que él «crecía en sabiduría.»
¿Cuál es la implicación de la palabra «crecer» en este contexto? Signifca sencillamente que estaba adquiriendo sabiduría que antes no poseía. Y si en cualquier momento de su vida había sabiduría que él no tenía, ¿cómo se podría decir que era omnisciente? ¿Acaso Dios podría olvidar todo su conocimiento para volverlo a aprender? Pero la Trinidad (palabra que a propósito, no es bíblica) dice que Jesús en ningún momento dejó de ser Dios. Nuevamente, al examinar cuidadosamente un aspecto de la tradición, vemos que la idea no tolera un análisis a la luz de la Biblia.
E.
LA CUESTIÓN DE AUTORIDAD.
El último punto que expusimos está íntimamente ligado con otro, el de la autoridad de Jesús. La tradición dice que el Hijo y el Padre son iguales en autoridad y poder (y esto se tiene que decir, ya que si se aceptaran diferentes rangos, ¿cómo se podría decir que Jesús es Dios?). Pero Jesús siempre afirmó que venía a obedecer, y que estaba sujeto a la voluntad del Padre. De incontables ejemplos de esto, veamos solamente algunas afirmaciones en el libro de Juan:
Jesús era hombre, y aprendió como todos aprendemos, en estudio, meditación y experiencia.
«y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia» Hebreos 5:8
Sin duda alguna, Jesucristo es el hombre más sabio que ha vivido, pero no era así desde el día en que nació. Un ejemplo específco de las limitaciones del conocimiento de Jesús es respecto a la fecha de su retorno. Cuando él habla sobre ese día en Marcos 13.32 dice:
« Que de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.»
Jesús afirma claramente no saber cuando le tocaría volver; y no sabiendo esto—¿será posible que sea Dios?
«No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre» Juan 5.30
«No puedo yo hacer nada por mí mismo»
«Nada hago por mi mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo» 8.28
«Me es necesario hacer las obras del que me envió» 9.
«Porque yo no he hablado por mi propia cuenta…lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho» 12.49-50
«Porque el Padre mayor es que yo» 14.28
Decide: ¿tienen sentido estas palabras si Jesús es Dios mismo? ¿Son estas las palabras de un Dios todopoderoso y omnisciente? No lo parece. Estas son las palabras de un hombre, Jesús, el Hijo de Dios, enviado para obedecer perfectamente la voluntad del Padre.
Iª Corintios 15:27-28 dice:
Al final de los tiempos, Jesús se sujetará a Dios, al Dios que sujetó a él todas las cosas.
El poder y la autoridad de Jesús son muy grandes, pero este poder le es dado a él por Dios, y está sujeto a su Padre.
F.
Dios es Dios de Jesús.
G.
JESÚS ORABA; DOS VOLUNTADES.
Y además de todos los puntos ya expuestos, Jesús siempre afirmó que el Padre era su Dios. Después de su resurrección dijo a María:
«subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» Juan 20.17
Pablo también introduce su carta a los Efesios con las palabras:
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo» 1.3
Y Jesús en oración, hablando con su Padre dice:
«Y esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero…» Juan 17.3
Una vez más, estas no son palabras que hablaría Jesús si fuera el mismo Dios, y afrmar que lo era hace que todas estas cosas carezcan de sentido.
La última cita que vimos nos introduce a otro punto, el de las oraciones de Jesús. Si Jesús era Dios, ¿por qué oraba? ¿por qué tenía esa necesidad? No habría razón de hacerlo. Las razones por las que él oraba eran: su humana debilidad, su ocasional falta de resolución en completar la obra que Dios le había encomendado, y su constante necesidad de dirección divina en lo que hacía. El hecho de que Jesús haya orado claramente implica que él y su Padre son dos personas muy diferentes.
H.
DIOS ES INVISIBLE.
I. En el Uso Bíblico, Dios es el Padre.
También otra cosa que el lector bíblico casual tal vez no note al leer es que la frase «Dios Hijo» nunca aparece en la Biblia. Sin embargo las frases «Dios Padre», «Dios nuestro Padre», «Dios y Padre», y otras similares, aparecen con mucha frecuencia.
Y aun más: en estas oraciones Jesús pedía a Dios que lo fortaleciera en la obediencia a la voluntad de Él. Lucas 22.42 Al hablar de dos voluntades, la de Jesús y la de Dios, recordamos lo que expusimos anteriormente respecto a la naturaleza de Jesús.
El era hombre como nosotros, y siéndolo, no quería morir; sin embargo lo hizo reconociendo que era la voluntad perfecta de su Padre. Recordemos que la tentación no implica pecado, solo implica naturaleza humana. Así que al no querer morir, Jesús no pecaba, solamente daba evidencia de la voluntad de la carne, que rechaza la voluntad divina. Claro, Jesús nunca obedeció a la carne, sino a Dios.
Otro punto que no queremos dejar escapar es el de la invisibilidad de Dios. Dios siempre se ha revelado al hombre por medio de ángeles o visiones, porque no puede ser visto por el hombre, por causa de Su gloria y poder. Juan 1.18 lo dice explícitamente:
«A Dios nadie le vio jamás»—afrmación repetida en Iª Juan 4.12 casi al fnal de la Biblia:
«Nadie ha visto jamás a Dios.»
Sin embargo, si se afirma que Jesús es Dios, esto nos presenta una gran contradicción, ya que ¿quién negaría que Jesús fue visto? Y sin embargo, la idea tradicional no ofrece explicación de este evidente problema, y nuevamente se expone la debilidad de ella. Muy diferente es la verdad; al darnos cuenta que Jesús no es Dios, este problema se evapora de inmediato.
Concluir que en la Biblia, hablar de «Dios» y hablar del «Padre», es una y la misma cosa. Como dice Pablo en Iª Corintios 8:5-6
«Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra…para nosotros sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre…» Dios es uno, y es solamente el Padre.
CONCLUSIÓN.
Hay muchos puntos más que podríamos tocar, pero estos son los principales. Como podemos ver, la idea tradicional que dice que Jesús es Dios es absolutamente imposible dentro de las páginas de la Escritura. Pero esta apostasía es muy sutil, y se hace pasar por verdad, pretendiendo que es la única alternativa histórica. Pero si esta idea es en realidad tan antigua, ¿por qué no encontramos una explicación clara en el Antiguo Testamento, que es el fundamento de la revelación de Dios al hombre?
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.»
Iª Timoteo 2:5
LA NATURALEZA DE JESÚS.
Si Jesús fue hombre vemos entonces su naturaleza y semejanza con sus hermanos.
¿Que es el hombre?
¿Tiene un alma?
¿Es un espíritu encarnado?
1 Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien, asimismo, hizo el universo. 3 Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Y cuando había hecho la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. 4 Fue hecho tanto superior a los ángeles, así como el nombre que ha heredado es más excelente que el de ellos. Hebreos 1:1-4
Es entendido que cuando muere el ser humano, éste desaparece para siempre.
Jesús murió de la misma manera, ¿o su espíritu como ser espiritual, si acaso fue un ángel no murió, ya que un ser espiritual no puede morir y mucho menos sin haber cometido pecado.?. Y si no murió ¿cómo se produce el rescate? Esto es, vida por vida.
ANALIZAMOS EL MISTERIO.
Las palabras de Jesús a la hora de su muerte.
Evangelio de Lucas 23,46:
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»
¿ Qué es el espíritu?
Parece que Jesús entendió que en la cruz perdía su vida y se dirige al Padre: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»
Del ser viviente, Jesús, se marcha la vida, el aliento, y esta alma, cuerpo y aliento de vida desaparece Pero el espíritu vuelve a Dios que lo dio y es aquí donde radica nuestra semejanza con Dios.
Según Pablo el espíritu es aquello que nos motiva actuar de una forma determinada y podemos actuar según sea la voluntad de Dios o bien nuestra propia voluntad en los deseos del cuerpo.
Romanos 8.3
Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, 4 a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.
Romanos 8.26
26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, 27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. 28. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. 29 Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.
31 Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?
32 El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? 34 ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?
Romanos 33
¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica.
Romanos 8.35
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, 36 como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero.
37 Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. 38 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades 39 ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8:5
Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. 6 Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, 7 ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera puede.
Romanos 8:9
Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; 10 mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros. 12 Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, 13 pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.
EL CONOCIMIENTOY EL ESFUERZO NOS CONDUCE A LA LIBERTAD.
La esclavitus es más cómoda que la libertad. Ser libres a la hora de decidir qué pensar, qué sentir y cómo actuar requiere de un esfuerzo que no todos estamos dispuestos a hacer. Por eso los hombres virtuosos son pocos.
Si cuando el hombre es tentado escuchase con prudencia, quizás por la reflexión hubiera aceptado también su propuesta de acción. El hombre puede optar a favor de los vicios o en última instancia por el bien común, en eso consiste la libertad. En el interior es donde se forjan las más intensas batallas.
Sin la existencia de esta oposición no podríamos ser libres. No tendríamos en esta vida dificultades que vencer. Sin ello no hubiera tenido que hacer ningún esfuerzo para estar despierto velando quien entra en casa y toma decisiones. ¿Cómo puede uno ser libre si no tiene nada que decidir? Ser libre no significa no dejar que nadie entre en tu casa. Ser libre es ser el que decide quien entra y quién no. Uno es quien decide y quién es responsable de la decisión, sean esas las que sea.
No hay que esperar que la libertad nos libre del sufrimiento. Sólo se acede a la libertad con el sufrimiento. En la libertad elegimos lo que estimamos más conveniente para nosotros.
La elección más cómoda es la más fácil y requiere poco esfuerzo (el mal). Cuando ‘mi otro yo’ o mi vicio me ha hecho prisionero ha requerido poco sacrificio, me ha hecho débil y ha impedido el uso de mis fuerzas para imponer mi voluntad.
Creo que Jesús tuvo que luchar como lo hacemos nosotros? Los griegos explicaban que la virtud se conquista a base de practicarla, como quien aprende a tocar un instrumento musical.
Para lograr ejercitarlas se necesita de pruebas que vencer, de dificultades que superar. Y para ello necesito de la libertad que trae hacia mi ‘ mi otro yo’ con mis vicios y egoísmo que desea aferrarse a mi.
Librar la justa batalla es fortalecer el espíritu. No se puede fortalecer un músculo que no movemos. Es entonces el mal la debilidad del espíritu, el músculo atrofiado.
¿Fué Jesús entonces como nosotros? Sin esfuerzo nada se puede conquistar y siendo Jesús perfecto como un ángel, ninguna batalla humanamente podría ganar.
No sería nuestro ejemplo. Jesús llegó a sentir compasión por el ser humano, era como nosotros y quiso librarnos de nuestra penosa situación. Todo su esfuerzo se dirigía hacia el amor como única arma para acercarse a Dios, su Padre.