El hombre busca protección en sus ídolos.
Moloch (fenicio 𐤌𐤋𐤊, hebreo: מֹלֶךְ mōlek, griego Μολόχ,) es un término encontrado en la biblia procedente del Tanaj relacionado con sacrificios humanos, el Tanaj condena enérgicamente estas prácticas que parecen haber incluido niños.
A veces el titán griego Crono, relacionado con el dios romano Saturno, ha sido identificado también con Moloch.
Según la tradición rabínica, Moloch era una estatua de bronce con fuego en su interior, dentro del cual se arrojaba a las víctimas. Modernamente, esta descripción ha sido relacionada con los relatos de autores clásicos acerca de sacrificios de niños realizados en Cartago como parte del culto de Baal Hammón.
Existe la controversia en el caso del ritual, si se trataba de una costumbre religiosa nativa de Israel o importada, que después fue abolida y condenada.
Moloch es usado de manera figurada desde la obra de Milton, donde designa a un demonio, como cualquier persona o entidad que requiera la entrega de lo más preciado a cambio de alguna recompensa y también, simplemente, como un sistema que devora a quienes lo veneran.
En otros pasajes, el dios de los amonitas es llamado Milcom, no Moloch (Iª Reyes 11.33 y Sofonías 1.5). La Septuaginta lo llama Milcom en Iª Reyes 11.7, en vez de Moloch, aunque esto sugiere un posible error en la transcripción del hebreo. Como consecuencia, muchas traducciones inglesas lo denominan Milcom.
Por otra parte, se ha sugerido que Moloch era un epíteto de Baal, en semítico cananeo 𐤁𐤏𐤋 [baʕal] ‘amo’ o ‘señor’ (en hebreo: בָּעַל [Báʿal], en árabe: بعل [Ba,al]), una antigua divinidad de varios pueblos situados en Asia Menor y su área de influencia: babilonios, caldeos, cartagineses, fenicios (asociado a Melkart), filisteos, israelitas y sidonios. Era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad.
Representación y sacrificios.
Generalmente Moloch es representado como una figura humana con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono y con una corona u otro distintivo de realeza, como un báculo.
Según la interpretación tradicional los sacrificios preferidos por Moloch eran los niños (véase el rito «molk»), especialmente los bebés. Esta idea surgió de relacionar las narraciones bíblicas —donde se menciona el culto de Moloc y se lo asocia con la práctica de pasar a un niño por el fuego— con las descripciones de la religión púnica en las fuentes clásicas.
Moloc en la Biblia hebrea.
La palabra Moloc aparece ocho veces en el Texto masorético de la Biblia hebrea. Una de ellas (1ª Reyes 11.7) es una errata por Milcom, epíteto del dios supremo de Amón. El resto se encuentran mayoritariamente en el Levítico, con dos menciones más en el Segundo Libro de los Reyes y en Jeremías. En todas ellas se condena a los israelitas que rinden culto a Moloc, el cual se relaciona en general, según estos textos, con ofrecer a los niños en sacrificio o en ofrenda. Además, pero sin mencionar a Moloc, se alude muchas veces a la práctica de «pasar por el fuego».
En Levítico ambas prácticas aparecen juntas:
Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Jehová. Levítico 18.21 (versión de Reina Valera 1960)
Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará. Levítico 20, 2-55 (Reina Valera 1960)
En el relato del reinado de Acaz se lee:
Antes [el rey Acaz] anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel.
2ª Reyes 16.3 (Reina Valera 1960)
En el Deuteronomio se menciona el rito como una práctica habitual de los cananeos, que justificaba su exterminio:
No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses.
Deuteronomio 12.31 (Reina Valera 1960)
En atención a esto, la reforma de Josías prohibió tales rituales:
Asimismo profanó [desacralizó] a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc. 2ª Reyes 23.10 (Reina Valera 1960)
Aquí aparece por primera vez la palabra Tofet como sinónimo de esta práctica cultual.
Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón.
Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más, Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar.
Jeremías 7, 31-32 (Reina Valera 1960)
Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento. Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza.
Jeremías 19, 5-6 (Reina Valera 1960)
Los sacrificios de niños en la religión púnica.
Albver venir al Sumo Sacerdote de Moloch vestido de túnica púrpura, color de pureza, le pregunté cuál es el origen del culto. Me contestó que en los tiempos primordiales hubo una gran catástrofe y hoy en día, si no fuera por los sacrificios para fertilizar la tierra, serían piedras lo que se encontrase en ella. Entonces, en medio de una plataforma había una estatua de Crono, con las manos extendidas sobre un brasero de bronce, las llamas que engullen a los niños. Cuando las llamas alcanzan el cuerpo, sus miembros se contraen y la boca abierta casi parece reír, hasta que el cuerpo contraído se desliza resbalando al fondo del brasero. Así es que esta mueca se conoce como risa sardónica, puesto que ríen al morir.
Plutarco relata en De superstitione (Moralia 171c-d):
¿No hubiera sido más útil a los cartagineses haber cogido a Critias o a Diágoras como redactor de sus leyes desde un principio y no creer en ninguna de las fuerzas divinas o en dioses, que hacer tales sacrificios a Crono?. ellos en persona, sabiéndolo y dándose cuenta de ello, sacrificaban a sus propios hijos y los que no tenían hijos, comprando los hijos a los pobres, los sacrificaban como a corderos o polluelos. La madre estaba presente, inflexible y sin llorar, y si se lamentaba o lloraba, debía perder el dinero, y su hijo, no obstante, era sacrificado, y todo el espacio delante de la imagen se llenaba de ruido de tocadores de flautas y de tambores, para que no pudieran ser oídos los gritos pidiendo ayuda.
Traducción de Morales Otal y García López (1986)
Diodoro Sículo (Bibliotheca historica, XX.14.6) escribió:
Había en la ciudad una imagen de bronce de Cronos con las manos extendidas, las palmas hacia arriba y cada niño que era colocado en ellas era subido y caía por la boca abierta dentro del fuego.
Conclusión.
La interpretación tradicional ha dicho que el culto a Moloch se extendió junto con la influencia de los fenicios en el Mediterráneo y llegó incluso a las costas de los etruscos y la península itálica. Dicen que Cartago lo tenía como dios supremo y protector de la ciudad. Sin embargo, esto no es demostrable, ya que las divinidades máximas de Cartago eran Tanit y Baal Hammon. En ninguna estela se ha descubierto una dedicatoria a Moloch, sino que encontramos arqueológicamente pruebas firmes de Molk como ritual a múltiples dioses y la palabra melek como epíteto.
Una hipótesis unificadora es que la función de Moloch en la biblia sea repudiar un ritual antiguo, que se sincretizó a YHWH y tenían que desasociarlo de su dios, mismo caso de repudio lo vemos con el becerro de oro, el ocultamiento del dios semítico El aunque aparezca en diversas citas como Génesis 33:20 y la demonización del dios Baal, pudiese ser en el periodo transicional cuando estaban unificando a los Elohim en un único dios, lo que apoyaría la idea de que es práctica en honor a una o varias deidades propias del pueblo hebreo.
Estas ofrendas de niños hasta el momento tienen motivos inciertos y se cree que pudiese ser resultado de la altísima mortalidad de menores, siendo entonces una necrópolis y no un ritual de sacrificio.
Algunas citas Bíblicas.
1ª Corintios 10.20
No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que seáis partícipes con los demonios.
Levítico 17.7
«Y ya no sacrificarán sus sacrificios a los demonios con los cuales se prostituyen. Esto les será estatuto perpetuo por todas sus generaciones.
Deuteronomio 12.31
No procederás así para con el SEÑOR tu Dios, porque toda acción abominable que el SEÑOR odia ellos la han hecho en honor de sus dioses; porque aun a sus hijos y a sus hijas queman en el fuego en honor a sus dioses.
Deuteronomio 32.17
Ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios, a dioses que no habían conocido, dioses nuevos que vinieron recientemente, a los que vuestros padres no temieron.
2ª Reyes 16.3
sino que anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar a su hijo por el fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que el SEÑOR había arrojado de delante de los hijos de Israel.
2ª Reyes 17.17
Hicieron pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas, practicaron la adivinación y los augurios, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocándole.
Salmos 16.4
Se multiplicarán las aflicciones de aquellos que han corrido tras otro dios ; no derramaré yo sus libaciones de sangre, ni sus nombres pronunciarán mis labios.
Isaías 57.5
… que ardéis con pasión entre los robles, bajo todo árbol frondoso; que sacrificáis los hijos en las quebradas, debajo de las hendiduras de las peñas?
Jeremías 19.5
y han edificado los lugares altos de Baal para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos a Baal, cosa que nunca mandé, ni de la cual hablé, ni me pasó por la mente;
Ezequiel 16.20
`Tomaste además a tus hijos y a tus hijas que habías dado a luz para mí, y se los sacrificaste como alimento. ¿Acaso eran poca cosa tus prostituciones,
Ezequiel 16.21
… para que mataras a mis hijos y se los ofrecieras haciéndolos pasar por fuego?
Ezequiel 20.31
`Cuando ofrecéis vuestras ofrendas, cuando hacéis pasar por el fuego a vuestros hijos, os contamináis con todos vuestros ídolos hasta el día de hoy. ¿Y me dejaré consultar yo por vosotros, casa de Israel? Vivo yo’–declara el Señor DIOS– `que no me dejaré consultar por vosotros.
LA MUERTE DE CRISTO.
Algunos alega que el sacrificio de Cristo provee un ejemplo de que Dios acepta el sacrificio humano.
Se hace referencia a Hebreos 10.12-12 y 1ª Corintios 5:7 como evidencia. ¿Aprobó Dios las acciones impías de aquellos que mataron a Jesús? Absolutamente no. De hecho, Pedro explicó que los que habían matado a Jesús lo habían hecho por “manos de inicuos” (Hechos 2.38). Aunque Dios no participó de las acciones impías de los homicidas de Jesús (Hechos 3.17-19, nunca aprobó tales acciones. Los que mataron a Jesús violaron la ley divina; ellos no lograron sus actos impíos por requerimiento de Dios, ni con Su aprobación.
Los cristianos saben cómo pensar; pero ellos no comienzan muy profundamente. Una conclusión profunda es la síntesis de presuposiciones o conclusiones antecedentes.
Por ejemplo, la naturaleza expiatoria del sacrificio de Cristo (su vida) es muy lógica. El hombre se sentía huido de Dios Es decir, es lógico acepta primero la existencia del pecado, la caída de la humanidad, la ira de Dios y el juicio divino. Si no acepta las premisas, entonces, desde luego, la conclusión no puede ser lógica. Era necesario un cambio de vida, la entrega de su propia vida para hacer la voluntad de Dios. El cumplimiento de sus mandamientos.
CONCLUSIÓN
Dios nunca ha aceptado el sacrificio humano, ni quemado en fuego, ni ofrecido en muerte para otro. Cada uno debe responder de su vida, es el único responsable de ella, debe ser vivida para provecho propio, cumpliendo la voluntad de Dios y amando y respetando a cuantos les rodea. Recordemos seriamente que los que tuercen las Escrituras lo hacen para su propia destrucción (2ª Pedro 3.16).
Si aprendemos a vivir según la voluntad de Dios y no cumplimos sus deseos, es como huir de Él y poner nuestra propia libertad a voluntad y provecho de nuestra propia carne. Aceptamos libremente la pérdida de nuestra vida.